Introducción a los Sistemas Técnicos de Protección Civil y Gestión de Emergencias (PCGE)

Retomo este blog para informaros de que he publicado un pequeño manual introductorio a lo que muchos entendemos debe ser la prestación del servicio técnico de protección civil en un municipio.

La intención del manual, de libre difusión bajo licencia Creative Commons, es crear materiales en esta nueva doctrina pues, como profesor especialista en el nuevo título superior de Técnico en coordinación de emergencias y protección civil en el IES Leonardo da Vinci es complejo encontrar materiales adaptados a las necesidades de las personas que pretenden convertirse en futuros mandos y jefes de bomberos así como en técnicos de protección civil.

El libro está pensado para el seminario que imparto en la Universidad de Alicante, dentro del Máster Oficial de Análisis y Planificación de Riesgos Naturales del Instituto Interuniversitario de Geografía que es uno de los mejores referentes de postgrado para la comprensión de la peligrosidad derivada de los riesgos de base medioambiental.

Con la intención, por tanto, de introducir elementos de crítica constructiva os dejo aquí el enlace de la publicación. Espero que guste o, si no, que genere nuevos textos que contradigan, enmienden y, seguro, mejoren la bibliografía escasa que disponemos.

http://www.aneppce.org/index.php/recursos/documentos-de-interes/142-introduccion-a-los-sistemas-de-proteccion-civil-y-gestion-tecnica-de-emergencias-pcge

Periodistas en Emergencias: ¿Amigo o Enemigo?… aliado

Prensa en Emergencias

Uno de los cursos imprescindibles para reciclar los conocimientos es, sin duda, el cómo enfrentarse a los medios de comunicación… esos eternos «moscones» los cuales llevan adherida, en la más rancia tradición emergencista, la etiqueta de «enemigo molesto».

Afortunadamente, nuestra casa, la Escuela Nacional de Protección Civil del Ministerio del Interior cuenta, entre su oferta formativa, con un magnífico curso impartido por la mesa técnica de comunicación pública de la ANEPPCE con el objetivo de introducirnos en ese mundo incierto e inquietante de los Medios de Comunicación y, algunos de nosotros, reciclar conocimientos… y esperar que Twitter permita más de 140 caracteres en sus mensajes. Menos mal que está WordPress…

Lo más importante: es absolutamente necesario que el gabinete de prensa para emergencias esté especializado y no al albur de los cambios políticos dada la importancia clave que la comunicación en emergencias tiene. Es ya obvio -y así lo recoge el preámbulo de la Ley 17/2015, de 9 de julio, del Sistema Nacional de Protección Civil- la enorme trascendencia que sucesos de grave riesgo, catástrofe y calamidad pública tienen en los medios y no es menos cierto que, como decía nuestro sabio maestro Andrés García, «los gobiernos se examinan durante las catástrofes». Y unamos a ello el hecho cierto y legal de la exigencia de veracidad de la información lo cual suma un cóctel de difícil digestión por un neófito.

Nuestro compañero y profesor del curso Ángel Ibáñez nos ha grabado a fuego una idea para definir qué es un riesgo de protección civil la cual, siendo de su cosecha, es totalmente práctica, operativa y terriblemente profunda cuando entramos a analizarla técnicamente: «un riesgo de protección civil, Iborra, es el que sale en la tele, ¡hombre!». Y así es.

Así que, queramos o no queramos, los profesionales que cubren la información son parte de los Grupos de Acción en una emergencia… incluso llegarán antes que alguno. Si están -y estarán- mi pregunta es: ¿y por qué no los consideramos como tales? ¿por qué no abandonamos el miedo y lo sustituimos por cierto respeto habida cuenta de la repercusión, entre la población, de la información que transmiten?. Con un flujo controlado de lo que se les entrega, pero dándoles información veraz y contrastada en vez de obviarlos o ningunearlos. Ni amigos ni enemigos: aliados.

La importancia de los mensajes en protección civil es de tal calibre que más de un responsable municipal de protección civil y gestión de emergencias bien puede pagar caro el continuar con esa rancia tradición de la exclusión y destierro del periodista. Primero por un hecho cierto, por una doctrina en comunicación pública de protección civil: «si no dices quien eres otro dirá lo que no eres»… Igual da que te te creas un «grande» y enorme profesional o muy válido pues, si no sabes comunicar, en protección civil estás cojo: una de las partes más importantes de nuestra formación oficial es saber comunicar, tanto para la implantación de un plan mediante formación como por la obligación legal de formar e informar de forma adecuada y veraz a la población, incluso con mensajes adaptados a los discapacitados.

Así que lo del «periodista, cuanto más lejos, mejor» es síntoma de incompetencia profesional. La verbilabia también que es… ¡madre mía!… mi debilidad. Enorme debilidad e incompetencia propia que asumo de buen grado y trato de remediar con formación… y, aún así, no logro el aprobado pues sigo necesitando más de 140 caracteres para expresarme… ¡que le vamos a hacer!. Pero este es un error grave -mea culpa- pues existe otra máxima doctrinal en cuanto a la comunicación pública en protección civil (y, temo, que en la vida también) que reza así: «el infierno está lleno de buenas intenciones» pues lo que puede ser una cuestión absurda o nimia, tal cual efecto mariposa, se transforma en absoluto despropósito (efecto «Streisand», se llama, en honor a la emérita actriz capaz de transformar una tormenta dentro de un vaso de agua en un huracán de fuerza 5). Y puede generar mucho daño llevándonos a caer en un auténtico infierno mediático.

Las conductas adecuadas para combatir los malos entendidos han sido siempre el diálogo y la empatía. Precisamente los infiernos, en las relaciones personales, los abonan algunos que, de forma desadaptada, impiden los procesos antes descritos generando crispación y mucho dolor en el afectado, pues sólo buscan el control y poder de un grupo o persona a la cual privan de cualquier información que no parta de ellos, cercenando canales alternativos a su verdad atenazados, quizás, por el miedo o la envidia (y los hay que caen…). De igual forma, ante los comunicadores, hemos de procurar empatizar con ellos proporcionándoles, de forma profesional, la información veraz necesaria que necesitan pues, gracias a los periodistas, conseguiremos dialogar, a través de los Medios, con la Opinión Pública. Si no lo hacemos, en este mundo abierto de comunicación sin límite, no somos mucho mejores que los inadaptados que describo y que todos los manuales citan como patología pues, con nuestros vecinos, lo seremos.

Así que debemos prepararnos contando con un buen plan de comunicación pública anejo al Plan Territorial de Emergencias que trace las lineas adecuadas de transmisión de información la cual, junto a la formación, es una OBLIGACIÓN de cualquier departamento técnico de protección civil y gestión de emergencias. Me comentan que unos compañeros se quejaban amárgamente de que, cuando llovían cuatro gotas pero no había alerta los medios sacaban páginas y páginas de noticias (¡hombre, majo! si ves un cumuloninbo formándose, tampoco es que debas esperar a que entre por «vía fax» una aviso… ¿que te cuesta emplear las redes sociales para avisar? porque tú, seguro, que empleas el Whatssapp y no le pides a tu colega o familiar que te envíe un fax para que te diga lo que está haciendo) y, sin embargo, existiendo alerta «por fax» no hacían ni caso. Pues hombre, primero tienes la nueva (y la antigua) Ley de Protección Civil que obliga a los medios a transmitir alertas por lo que estás quedando muy mal ante la galería con ese comentario pues está claro que no te has leído la norma legal. Si además de ello aplicas un poco lo de la «empatía y comunicación» bien dirigida por un profesional del gabinete de comunicación hasta puedes llevarte la sorpresa de que la gente, que no es tonta, reacciona positivamente ante la información cuando esta se le aporta.

Y aquí, amigos voluntarios, entra algo enorme, extenso y de una importancia vital para auxiliar, de verdad, a los departamentos técnicos: las redes sociales. Twitter (¿se escribe así?) o Facebook son medios apropiados para ayudar a los técnicos de protección civil a lanzar mensajes con una más que respetable difusión, sobre consejos a la población, sacando los mismos de ese «rincón polvoriento digital» sito en la perdida pestaña del submenú correspondiente de la web municipal. Dar vida a los mismos enviando el enlace donde se encuentra esa información. Incluso antes de que llegue el fax de «ministerio» con el aviso. Seguro que salvais más vidas que de uniforme. Esto último -y muchas más cosas- son las que hacen los voluntarios de VOST – España a los cuales aconsejo seguir (y el Twitter y el Facebook de la ANEPPCE, que también lo hacemos muy bien y me dicen que tenemos mucha «reputación digital»… ¡ole por Fernando!).

Y como Twitter no me deja más que 140 palabras pues no os cuento la verdadera revolución ya en marcha: emplear las redes sociales para emitir mensajes, llamadas e información de emergencia configurando protocolos de respuesta en los centros de comuniciaciones receptores con una celeridad y eficacia mucho mayores que la simple llamada al 112… aunque algunos, está claro, que aún esperan un fax. De todo hay en la viña del señor… incluso gente dispuesta a cambiar y evolucionar.

Buenas noches

Contaminación Marina, Servicios Técnicos de Protección Civil y Voluntariado

Finalizadas las Jornadas de PROTECMA – que es una Plataforma para la protección del medio ambiente que pretende generar sinergias y aunar los esfuerzos existentes entre el MAGRAMA, FOMENTO, universidades, empresas y asociaciones profesionales. En las mismas se presentan las últimas novedades en cuanto a la protección de la costa y los mares.

Una de las cuestiones más relevantes es la necesidad del desarrollo de los sistemas de planificación, tanto en el subsistema marítimo -con la más que reforzada presión para la elaboración de todos los Planes Interiores Marítimos- como del costero donde es fundamental la redacción de los correspondientes planes locales por parte de los municipios.

Igualmente las empresas deberán integrar los P.I.M. en sus planes de autoprotección y, aquellas que puedan originar la activación del Sistema Nacional de Respuesta frente a la Contaminación Marina deberán elaborar o adaptar los suyos a este riesgo con consecuencias desastrosas para el medio ambiente y la actividad económica pesquera y turística.

No redactar los planes locales, por ejemplo, será causa suficiente para perder las «Banderas Azules» así que los departamentos técnicos de protección civil se deberán poner las pilas enseguida y los municipios deben preveer, en sus presupuestos, la redacción externalizada si no disponen de estos servicios (obligatorios en los municipios de más de 20.000 habitantes).

Y una dato relevante que viene a reforzar las posiciones de la ANEPPCE: sí al voluntariado de protección civil. No al voluntariado espontáneo. Consenso total entre todos los asistentes -tanto del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA), como de SASEMAR y FOMENTO, así como de las comunidades autónomas que, como en el caso de Canarias, ya han activado su plan especial. El voluntariado tutelado técnicamente por la Administración y formado adecuadamente dentro del Sistema Nacional de Protección Civil realizó una labor absolutamente encomiable frente a la voluntariedad de otros grupos que generaron más problemas que soluciones.

Enhorabuena pues y a poner en marcha las lecciones aprendidas.

Protección Civil y la crisis migratoria siria: impacto de un riesgo global

Estamos, en estos momentos, ante el desencadenamiento de un proceso imprevisto, inducido y retroalimentado de solidaridad social: la población europea se moviliza para acoger a los desplazados sirios. A diferencia, no obstante, del «Prestige» la Unión Europea ha trazado ya un programa de acogida que transforma lo imprevisto en previsible y, por tanto, funciona una cierta planificación… ¿cuál? La de Protección Civil.

Muchos se preguntarán que tiene que ver el éxodo masivo con nuestra disciplina. Pues mucho, no en vano las migraciones incontroladas forman parte de los Riesgos Globales que se deben analizar, en todo plan territorial, desde la óptica del análisis SInG; es decir, de Seguridad Integral Global.

Los planes de protección civil deben contemplar estos supuestos siendo, en este caso, los servicios sociales quienes han de llevar el papel destacado como servicios esenciales de emergencia que son. Y, sin duda, las Agrupaciones de Voluntarios deberán disponer de la aplicación de las medidas oportunas para atender la llegada de refugiados.

Estamos ante un riesgo cuya génesis está fuera de nuestras fronteras pero que acaba por alcanzarnos directamente. Será importante, por tanto, la configuración desde ya de protocolos específicos de acogimiento, normalización, adaptación y, finalmente, integración temporal. Todo desde el control del proceso que otorga un sistema integrado en la Seguridad Nacional.

A ponerse las pilas, pues… y recordemos que, a la vuelta de la esquina, tenemos más riesgos globales como estados fallidos, clima espacial… y el cambio climático. En este caso ha sido el caballo del apocalipsis de la Guerra quien se ha activado. Pero bien puede ser, dentro de poco, el caballo del Hambre cuya enorme pradera para cabalgar es el efecto invernadero.

Buenas noches

Accidentes en pirotecnica y protección civil. La necesidad de la autoprotección

Hoy los telediarios nos informan del terrible suceso ocurrido en Zaragoza donde un taller pirotécnico ha sufrido un accidente de consecuencias onerosas. Ante todo mis condolencias a los afectados.

La pirotecnia forma parte de la propia cultura de muchas poblaciones y es uno de los riesgos que podríamos definir como socialmente aceptables; es decir, que conocidas sus nefastas consecuencias por su mal uso, se emplea como elemento lúdico en muchas poblaciones. Imágenes como las de hoy nos recuerdan pasadas tragedias como las del «Pryca» de Alicante o la explosión de El Campello en sus fiestas de Moros y Cristianos.

La regulación legal del empleo de la pólvora sigue siendo una competencia estatal con una regulación extensa que trata de evitar sucesos como los de hoy. Cada vez son más las medidas de seguridad exigibles en los procesos de fabricación, transporte y custodia. El accidente de hoy, sin duda, habrá que analizarlo pero, como en todo accidente tecnológico asociado a las actividades relacionadas con la Norma Básica de Autoprotección, suelen deberse a lo que se llama una cadena de errores que, finalmente, concluyen con la emergencia.

El despliegue de la autoprotección, considerados ya por Ley los planes como planes de protección civil, ha de obligar a la Administración Pública también a poner su grano de arena: no sólo prohibiendo y coartando, sino amparando y promoviendo. Un plan de autoprotección, exigible en este tipo de instalaciones, para que sea un documento vivo necesita del concurso de unos buenos servicios técnicos de protección civil que ejerzan su parte en el control e inspección de la autoprotección.

Y la realización de simulacros que sirven para dos fines: preparar la intervención de los servicios públicos en una emergencia pero, sobre todo, concienciar a los trabajadores de la importancia de observar ese sistema de prevención de accidentes graves que afecta o puede afectar al exterior de su explotación. Y, además, la práctica nos dice que se promueven sinergias muy importantes que incrementan la responsabilidad de los trabajadores logrando, de paso, el cumplimiento de las condiciones de prevención de riesgos de la legislación laboral.

En este aspecto, además, contar con voluntariado de protección civil puede suponer el plantear simulaciones de accidentes donde los mismos actúen como figurantes de una emergencia pues, como se observa, los siniestros en estas instalaciones son súbitas y, por tanto, la participación en una emergencia del voluntariado puede ser escasa.

Este aspecto de los «figurantes» es muy importante pues en las agrupaciones la formación implica conocer si el equipo que actúa está desarrollando correctamente las habilidades en cuanto a la atención a un herido o no. Normalmente los juicios críticos posteriores en los que participa personal voluntario suelen aportar mucha más información que cuando se hace sin su participacón.

Conozco, directamente, el extraordinario trabajo que desarrolla el servicio técnico de protección civil de la ciudad de Zaragoza en este aspecto y, quizás, la necesidad de ampliar el desarrollo de los servicios que presta propicie que se reduzca la probabilidad de que se vuelvan a producir eventos de esta índole.

En otras administraciones locales esperemos, por tanto, que tomen nota de lo sucedido y pongan de su parte lo que la norma básica establece. Y que sean proactivas en ello.

Ese es el camino y no, como pasa en alguna población con tradición cultural que conozco, limitar y pedir tantos datos a quien sólo quiere tirar una traca que desincentivan esa manifestación cultural. Esas absurdas obligaciones, más allá de la más que restrictiva normativa estatal, probablemente ocultan la falta de gestión pública de la autoprotección dentro de los servicios de protección civil… con lo cual se demuestra una realidad: que se ha de avanzar en exigir lo que ya hay legislado antes que incrementar absurdamente las obligaciones.

Cumplan los municipios, pues.

Nuevo libro sobre Autoprotección Corporativa.

Una de las cuestiones de interés que incorpora la Ley 17/2015 del Sistema Nacional de Protección Civil es considerar los Planes de Autoprotección como planes de protección civil. Esta cuestión tiene su total lógica y es necesario dado que el ámbito de la llamada «Autoprotección Corporativa» ha estado moviéndose en varios ámbitos.

Para empezar hemos de decir que doctrinalmente consideramos que existen dos grandes grupos dentro de la función de la autoprotección: la Corporativa y la Social (o ciudadana). La segunda -la Autoprotección Social– es la que, día a día, más ejercen las Agrupaciones de Voluntarios cuando estas diseñan planes de formación e información a la población que, como decíamos en anteriores entradas del blog, ahora pasan a ser obligatorias.

En el libro nos centramos, no obstante, en la primera: la Corporativa. Es decir, cuando lo que se pretende es incorporar un sistema de respuesta ante emergecias dentro de un ente organizado. Pensemos, por un momento, en el Madrid Arena o en el reciente incendio de Campofrío. Parecen casos distintos pero no lo son salvo por el terrible desenlace del primero de los sucesos. En ambos casos estamos ante organizaciones que se dedican a una actividad la cual, en caso de un siniestro, traslada los daños más allá de, por así decirlo, la puerta de su instalación. En el caso del Madrid Arena es evidente pero ¿y Campofrío?. Pues nos daríamos cuenta simplemente por el daño causado a la sociedad que la envuelve pues tanto trabajadores como, sobre todo, pequeñas empresas proveedoras se han visto afectadas por un fuego situado a kilómetros de distancia… afectados en el sentido de daño económico que también es una cuestión a considerar en protección civil. Y la propia empresa que ha visto como su nicho de mercado quedaba a expensas de otras marcas competidoras del sector.

La Autoprotección Corporativa es, por tanto, una política estratégica de las empresas y debería serlo de los municipios a través de la existencia de un sistema técnico de protección civil el cual, como demostramos en el libro, es imprescindible para que verdaderamente exista un sistema de autoprotección. Este sistema, por tanto, aporta riqueza al territorio por lo que, en economía, se denomina el estudio «What If» es decir, ¿que pasaría sí?… y en el cual se calculan los costes de oportunidad, los cuales cualquier empresa seria siempre estudia, pues constituyen la parte de riesgo que puede hacer peligrar -incluso desaparecer- la inversión económica acometida. Redactar e implantar, por tanto, un plan de autoprotección y mantenerlo no es un gasto sino una inversión sumamente rentable para todas las partes.

Dicho lo cual el establecimiento de los sistemas locales de protección civil, desde un punto de vista técnico, además del necesario tutelaje de la Agrupación a fin de generar Cultura Preventiva entre la población, debe contemplar un tratamiento integral e integrador de la autoprotección corporativa tanto en su lado de inspección de la misma como, sobre todo, el fomento de ella. Eso implica, por ejemplo, ir más allá del mero procedimiento administrativo y contactar con las empresas para ayudarlas a redactar un documento serio, homologable e integrable con el plan territorial del muncipio y que suponga crear entre los trabajadores, directivos y técnicos de protección civil unas sinergias positivas.Y eso, a su vez, genera puestos de trabajo para muchos profesionales que pueden involucrarse en el proceso de integración de ese sistema de autoprotección en las empresas.

Y no sólo en las empresas sino, sobre todo, aquellas actividades lúdicas y festivas muchas de las cuales incorporar riesgos socialmente aceptados que, aún así, deben tenerse bajo control y reducirse paulatinamente. Aquí es crucial, además, reforzar lo anteriormente dicho pues, a diferencia de una mercantil, en actividades festivas nos encontramos entidades sin ánimo de lucro las cuales deberían estar más protegidas y la labor del técnico debería ser aún más proactiva… mal de aquellos que informan negativamente sin ni siquera llegar a ponerse en contacto con las entidades que pueden haber tenido la iniciativa de establecer un sistema de autoprotección. Aquí, además, hay un nicho de actuación del voluntariado fomentando la implantación de sistemas de autoprotección en estas entidades sociales. No en vano, en el Curso de Fomento de la Cultura Preventiva en Centros Escolares que mi asociación, ANEPPCE ESPAÑA, imparte en la Escuela Nacional de Protección Civil insistimos bastante en este aspecto.

¿Y por qué redactar un libro? Pues porque los autores -entre los que me incluyo- hemos observado una falta de referencias bibliográficas en nuestra profesión y en la protección civil en general. Muchos son, sobre todo volutarios, los que siempre están buscando información que es escasa y desestructurada al provenir de las redes sociales, en muchos casos. Editar es importante por una cuestión: te obliga a hacer un juicio crítico de lo que pones y, en muchas ocasiones, has de pararte a pensar en lo que dices (cosa esta estupenda para quien, como en mi caso, hablo mucho). En nuestro caso, dado que la autoprotección como función de la protección civil, es multidisciplinar nos hemos juntado un ingeniero industrial (por las cuestiones de las instalaciones), un técnico superior en riesgos laborales con una enorme trayectoria en el sector y en la protección civil, el presidente de la ANEPPCE el cual, además de asesor jurídico es un extraordinario conocedor de los sistemas de mando y control y el benjamín que esto suscribe cuya especialidad proviene de las ciencias empresariales pues, no en vano, estamos hablando de organizaciones económicas en muchos casos.

Así que aquí lo tenéis. Nos hemos centrado mucho en los capítulos inicales pues entendemos que es interesante dejar claro que cuando abordamos la autoprotección estamos yendo más allá de la mera protección de los trabajadores establecida en la Ley de riesgos laborales pues, cuando la Norma Básica -o un departamento técnico de protección civil- no cataloga una actividad como susceptible de generar emergencias (yo las llamo «afectar fuera de la puerta» a la gente) la protección de los trabajadores permite, a su vez, la protección de los usuarios del recinto donde se ejerce la actividad y, por tanto, riesgos laborales y autoprotección tienen un espacio común.

Cuando abordamos la parte de implantación y mantenimiento tocamos una parte estupenda donde entramos mucho en la persona, para facilitar llegar a la gente, pues implantar y mantener es, básicamente, formar en actitudes.

El libro lo podéis solicitar directamente a la editorial en el mail grafibel2010@gmail.com adjuntando copia del DNI pues los ejemplares se personalizan al estar sujetos a un código de contenidos del ISBN relacionado con la Seguridad Nacional: sistema al cual pertenece la Protección Civil y, por tanto, la Autoprotección. El coste es de 22.90 euros creo recordar. En la página web de la ANEPPCE creo que tenéis el nº de ISBN por si queréis solicitarlo a través de cualquier librería.

Nueva Ley de Protección Civil… ¿Contarán conmigo?

Hoy voy a abordar una cuestión que, creo, todos los voluntarios de protección civil y los profesionales del sistema tienen siempre en mente: la participación en el mismo.

Sabéis -y, si no, os lo digo yo- que siempre parece que se confrontan dos deseos: la de los técnicos en evitar que «ajenos» digan lo que hay que hacer y la de los voluntarios que exigen hacer más de lo que hacen. Los primeros no quieren «ejércitos de Pancho Villa» y los segundos no quieren una «seguridad de despacho»… y, posiblemente, ambos tengan razón. Veamos como la nueva ley 17/2015 del sistema nacional de protección civil intentan que ambas visiones confluyan poniéndolas en valor… cosa que es posible.

La participación de los ciudadanos queda, por primera vez, definida total y completamente (a diferencia de la Ley 2/85 donde las referencias eran de refilón). En concreto hay dos derechos reconocidos totalmente aplicables al voluntariado de protección civil.

El primero de ellos es el Derecho a la Información (artículo 6) donde se impone la necesidad de que todos los ciudadanos tengan acceso a la información sobre los riesgos con una particularidad: no sólo durante una emergencia sino, lo que es más importante, antes de que suceda el siniestro; es decir, estamos hablando de la Cultura Preventiva y de los programas de formación e información a la población sobre los riesgos presentes en su territorio… ¿le suena a alguien esto?: pues es una de las principales funciones que las Agrupaciones han desarrollado hasta ahora (o deberían desarrollar). Es decir: el legislador acaba de dar una auténtica justificación a la principal función de las Agrupaciones al ser estas el principal motor de la Cultura Preventiva del territorio (del municipio, normalmente). Difícil es, por tanto, que se «disuelvan» agrupaciones porque se estará atentando contra este derecho.

No voy a explicar el por qué, desde un punto de vista técnico, eso es así -las clases para técnicos las imparto en Salamanca; así que ya sabe lo que tiene que hacer el que quiera aprender- pero todos podéis ya intuir las razones por las cuales decimos que un técnico de protección civil que no se involucre y tutele su Agrupación es un mal profesional: lo es porque una de sus misiones básicas es mitigar la acción de los riesgos sobre la población y, dado que es escaso el presupuesto para grandes obras de ingeniería pública (prevención estructural) la mayor parte de esa función de mitigación -el día a día del técnico- sólo se puede enfocar en dos grandes tareas: una es la planificación y verificación de protocolos (en sentido amplio, pues aquí entra la autoprotección) y otra la generación de Cultura Preventiva cuyo motor, como decíamos, son las Agrupaciones… así que si el técnico no se pone «de naranja» es un mal profesional porque sólo ejecuta la mitad de su trabajo.

Animadles, pues, a que lo hagan: bajen (aunque sea por la tarde, fuera de su horario de oficina… porque, además, seguro que cobran por ello), se presenten a vosotros, compartan vuestros problemas y, por qué no, acudan a un preventivo con vosotros. Les decís de mi parte que no hay problema… no sale ningún sarpullido ni uno se vuelve más tonto por compartir el tiempo con voluntarios sino, más bien, todo lo contrario: pues aprendes un montón y te llevas una de las mejores experiencias al compartir tu tiempo con personas con enorme vocación y que no cobran por ello. Toda una grata experiencia humana, os lo aseguro.

Esto, además, es fundamental pues la Ley 17/2015 no sólo se queda ahí sino que establece otro derecho fundamental: A LA PARTICIPACIÓN (artículo 7) así que eso de que «nos van a hacer la cama como con lo de las ambulancias», que he oído por ahí, no tiene base (lo de las ambulancias, además, es lógico: es una profesión con mucha responsabilidad. Y, aún así, el Tribunal Supremo ha sentenciado que, con una formación básica de certificado -¿veis como la ley también apunta en ese sentido?- los voluntarios pueden llevar los Soportes de las Agrupaciones. Cierro paréntesis.). Ese derecho lo es en dos vertientes: derecho A PARTICIPAR EN LA ELABORACIÓN DE NORMAS Y PLANES y derecho A PARTICIPAR EN TAREAS a través de las entidades de voluntariado.

Ahí es nada… si decíamos que una parte del trabajo de los técnicos, además del fomento -ya obligatorio- de la Cultura Preventiva es el de la elaboración de normas y planes de protección civil, incluso en este han de contar con, al menos, los voluntarios de protección civil a través de la fórmula administrativa que se establezca… talquistina pues (o como se lleme el genérico para los sarpullidos).

Y la cosa no queda ahí sino que el artículo 7 quáter se define como «voluntariado en el ámbito de la protección civil» (me da a mi que el legislador, con esto del «quáter», en vez de renumerar los artículos ha ido a lo cómodo… no es de extrañar porque el debate fue en Junio y, os aseguro, que hacía un calor sofocante en Madrid cuando nos paseábamos por el Congreso y el Senado a ver si sus Señorías nos escuchaban: que un poquito lo hicieron) así que, si faltaban referencias, tenéis tres completas para dar carta de naturaleza a lo que el voluntariado ha supuesto para la protección civil en estos años. Me parece que es un más que buen reconocimiento.

Ahora lo que nos queda a los técnicos y voluntarios es sentarnos serenamente y buscar el fin de las confrontaciones uniendo los necesarios estudios de «despacho» con la necesaria vitalidad que un voluntariado otorga al sistema. Dbemos construir el necesario tutelaje técnico que, más que tutelaje, debería ser camadería pues bueno es siempre construir puentes, ladrillo a ladrillo y no cementerios, lápida a lápida, como desgraciadamente, en ocasiones, sucede (y pasa, os lo aseguro).

Sólo una última cosa: esta nueva Ley, si sabéis los voluntarios adaptaros bien a ella, puede provocar que los políticos de turno de vuestros municipios (que nunca confían en los de fuera pero sí en los de dentro) en algunos casos caigan del burro y vean que los conocimientos o ideas de las que alardean sus técnicos son, en realidad, conocimientos e ideas propuestas por los voluntarios pues existe mucho «trepa» en la Administración que, sin saber nada, se apropiarán del trabajo de otros haciendo creer que pertenecéis a un «equipo» (al cual nunca os dejarán, de verdad, acceder) y, una vez obtengan lo que buscan, ni os responderán.

Pongo la mano en el fuego y creo que no me quemo si esos han sido los casos que, en algunos lugares de toda España, coinciden con las críticas que algunos nos trasladáis en privado sobre el comportamiento de algunos jefes de SMPC. Si es así, quizás mejor utilizar los cauces para que sea clara vuestra aportación al sistema municipal de protección civil y, ojalá el concejal de turno, caiga de su pedestal y nombre a un funcionario nuevo en línea con vosotros y con el correcto funcionamiento en las relaciones laborales.

Buenos días a todos

Cualificación, Certificación, Titulación pero… ¡si yo soy ingeniero!

Hoy voy a intentar lidiar con la cuestión de las cualificaciones profesionales para intentar aclarar un tanto las dudas de algunos compañeros y muchos voluntarios sobre este tema que figura en la nueva Ley del Sistema Nacional de Protección Civil. Primero: fuera miedos. Sobre todo de los voluntarios que, visto lo visto con las ambulancias, tienen el temor de que, al final, no les van a dejar hacer nada en el nuevo sistema nacional. Pues no es así porque la Ley reconoce al voluntariado, las Agrupaciones e, incluso, la OBLIGACIÓN de ser consultados cuando se redacten los planes de emergencia. Ahí es nada… Otra cosa es que existan muchos voluntarios cubriendo puestos de trabajo y eso no debe ser así. En todo caso los preocupados deben ser los que, hasta ahora, han ejercido profesionalmente sin la formación específica adecuada.

Y ahí entra lo de la Cualificación. ¿Qué es?. La cualificación -que podéis consultar todas ellas agrupadas por familias profesionales (la nuestra es Seguridad y Medio Ambiente) en la página web del INCUAL- es la definición de un puesto de trabajo donde se establecen las competencias del mismo y la formación básica asociada. Es importante, por ello, realizar los cursos específicos que se asocien a la misma pues, como decíamos ayer, es una buena forma de aprovechar el tiempo dedicado a la formación en la Agrupación.

Para un profesional ejerciente en el sistema nacional de protección civil lógicamente es del todo punto necesario disponer -con certificado de la correspondiente escuela de la Administración Pública- de la formación asociada al desempeño que la cualificación, promulgada por real decreto, establece. Vamos, que puedo ser ingeniero pero la capacidad para el ejercicio debe basarse en esta formación porque, si no, que vas a decir al que te diga que eres un incapaz… ¿presentarle el curso de macramé para atenuación del estrés? ¿el de inteligencia emocional para mejora de las relaciones interpersonales? (¡o para utilizarlo para fastidiar más! ufff) ¿algún otro de estos que se han puesto de moda en la formación continuada?. Pues, además de esos, tendrás que disponer de una formación específica para el desempeño de las funciones que desarrollas ¿no? Y ahí entra la Certificación o acreditación profesional.

Una vez definido un puesto de trabajo por el Instituto Nacional de Cualificaciones Profesionales este puede -o no- desarrollar esa «profesión» en el sistema educativo y tener reconocimiento laboral que son dos cosas diferentes. El primer paso, lógicamente, consiste en permitir a todos aquellos que ejercían la profesión definida a tener un reconocimiento LABORAL de su misión. De eso trata la Certificación o acreditación profesional: es el reconocimiento de la CAPACIDAD para el desempeño del puesto de trabajo definido.

Volvamos a nuestro ingeniero. Supongamos que el ingeniero es de obras públicas… pues bien, si sólo es eso, fijo que será un magnífico profesional diseñando rayas blancas sobre el negro asfalto pero no necesariamente planes de protección civil. Para ello necesita disponer de la acreditación que se logra en un proceso evaluador. Entonces se convertirá en un excelente ingeniero de obras públicas que, además de los diseños minimalistas sobre el negro lienzo asfáltico, probablemente sea de los mejores compañeros de profesión que podrá determinar, por ejemplo, las mejores vías de evacuación y otras muchas cosas.

El proceso de certificación es un examen ante un tribunal evaluador al cual se le presentan una serie de certificados (válidos, ojo… que no todo el campo es orégano) para avalar la formación teórica más una justificación de horas de ejercicio de la profesión. Lograda la acreditación, en el sector privado, ya puedes ejercer sin problemas al menos hasta que aparezca otra formación y se realice una regulación profesional que limite -nunca impida- determinadas tareas. En cualquier caso, el primer escalón para ascender en el reconocimiento educativo está dado.

En la Administración este proceso lo tienen muy fácil, por ejemplo, aquellos que hayan accedido a su puesto de técnico de protección civil POR CONCURSO siempre y cuando, en los requisitos para el acceso a dicho puesto, la Relación de Puestos de Trabajo recoja la exigencia de disponer de la formación asociada a la cualificación (es decir, al puesto de trabajo definido legalmente por Real Decreto). En caso contrario -puestos de libre designación («dedocráticos») o de adscripción provisional sin reconocimiento en la RPT- el tribunal, seguramente, ni entrará en la evaluación porque cualquiera podrá impugnar el proceso alegando falta de capacidad. En este último caso la persona que se encuentre en esta situación entiendo que deberá cursar, en su integridad, el Título de FP (salvo en una excepción)… y, si eres de los que piensa que habiendo aprobado una oposición y superando una carrera ya has hecho todo el esfuerzo de tu vida pues lo tienes fácil: regresa al puesto orgánico donde, seguro, ejerceras de acuerdo a lo que la formación oficial y la plaza obtenida establece y del que, probablemente, nunca debiste salir.

Y, desde ahí, si te pica el gusanillo, seguro que podrás seguir en contacto con esta nueva profesión por la importancia que tiene la multidisciplinariedad en la misma… pero no como sujeto para su impulso y coordinación sino como profesional complementario.

En el supuesto de que alguien haya ejercido con anterioridad a la promulgación de la cualificación (creo que en noviembre de 2011, mediante RD 1039/2011) entramos en el proceso estándar: habrá que preparar un buen currículum, disponer de los certificados de formación que puedan ser homologables y, en su caso, completar el resto del currículum formativo según las exigencias del Certificado. Eso es lo que, para los integrantes de la ANEPPCE, hemos hecho estos años en la Universidad de Salamanca: prepararnos para estar plenamente adaptados formativamente a este nuevo marco.

Con el currículum completo se presenta el mismo al tribunal acreditador que tendrá que determinar si se cumple en su integridad las disposiciones de la certificación y emitir la misma o, por contra, definir claramente cuáles son los aspectos en los cuales no cumple el currículum profesional. ¿Cuál es el problema actual de la Certificación?: EL DINERO: las Comunidades Autónomas, dado que es un proceso muy caro, dan prioridad a aquellos certificados que aporten mucha mano de obra al mercado. Y claro, en una comunidad autónoma turística, por ejemplo, no hay color entre dedicar el presupuesto a acreditar a cinco mil cocineros que a cinco ingenieros que ejercen como técnicos de protección civil…

De ahí que un gran avance de la Ley 17/2015 del Sistema Nacional de Protección Civil es habilitar a la Escuela Nacional (ENPC) para que pueda realizar este proceso facultándola, incluso, para la impartición del título lo cual, en una primera fase (y temo que de largo recorrido) puede permitirle, antes que nada, montar los módulos formativos para permitir la certificación a los que ya ejercen.

Esto, a su vez, puede permitir a voluntarios de protección civil acceder a una formación totalmente asociada y reconocida por el sistema educativo -como también dice la ley- de tal forma que, si cursan el Título de técnico superior, puedan convalidad asignaturas. Por cierto: esto es un reconocimiento de capacidad para el ejercicio de la profesión… pero si eres un C2, te quedas como un C2 porque no implica el reconocimiento académico… eso es posible pero por otra vía. Pasemos al Título.

El Título de Técnico Superior de Protección Civil y Gestión de Emergencias es el reconocimiento oficial del sistema educativo; es decir, el válido para la Administración Pública y para formar a todos aquellos «nuevos» en el sistema. Desde su promulgación, en teoría, las Relaciones de Puestos de Trabajo deberían exigirlo para los nuevos concursos (o, al menos, como indicábamos antes, el disponer de la posibilidad de obtenerlo). Problema: es un grupo B o A2 (pues lleva aparejadas competencias de gestión) así que los técnicos de grupo A1, de momento, dispondrían de un título del espacio superior de formación de la UE pero por debajo del propio. Lógicamente, en el futuro, lo que nos está diciendo el sistema educativo es que para las labores TÉCNICAS DE PROTECCIÓN CIVIL (¡¡¡NO PARA SER VOLUNTARIO!!!) la formación mínima es el de un técnico superior. De ahí hacia arriba.

Aún así los hay, erre que erre, que dicen que disponer de dicho título no supone regulación profesional. Así es estricto senso: hay que esperar a que se desarrolle la Ley 17/2015. Pero, ya con la anterior legislación, la Norma Básica de Autoprotección establecía lo del técnico competente en «autoprotección» y, salvo una excepción, sólo existe un lugar donde quede definida completamente esa competencia profesional: en el Título. Así que parece todavía más claro hacia donde camina todo en el nuevo sistema y hacia donde caminarán las nuevas Normas Básicas.

Aún así, durante el periodo transitorio, creo que los amigos ingenieros (o arquitectos, o médicos o muchos otros profesionales) deberán plantearse lo siguiente: abandonar si no quieren seguir formándose o comenzar a prepararse para este nuevo futuro. Les animo en ello: sepan que nuestra asociación ANEPPCE les apoyará.

Creo que conseguirán entrar en un mundo, basado en la VOCACIÓN, en la SOLIDARIDAD y franca bondad -que aporta el voluntariado- donde interactuaran con múltiples profesionales de múltiples áreas en franca camadería y espíritu abierto, que construyen su futuro ladrillo a ladrillo… y no lápida a lápida. Y seguro que podrán llegar a ser referentes de nuestra profesión. Lo sé.

Vías existen, también, para solucionar los problemas de los que en peor situación están (los dedocráticos) pero, en este caso, las clases de cómo hacerlo las imparto en Salamanca… que de algo uno ha de vivir.

Buenos días y… ¡Animo!: fuera miedos.

La nueva ley de protección civil no obliga a los voluntarios a tener una fp… sino al contrario

Uno de las cuestiones que me estoy encontrando en los foros es la inquietud de muchos voluntarios que, al leer las disposiciones relativas a la formación en protección civil, piensan que la nueva ley 17/2015 les obligará a tener una FP Superior para seguir ejerciendo de voluntarios ¡pues claro que no!.

Un problema grave del sistema nacional que la nueva ley trata de corregir es la carencia de formación básica homogénea en todo el Estado. Pues, de existir unos mínimos adecuados, ningún voluntario cometería el error dado que sabrían perfectamente que una cosa es disponer de una cualificación profesional para el ejercicio remunerado de determinadas cuestiones de índole técnica y otra, muy diferente, es ejercer el derecho a la colaboración integrándose en el sistema nacional desde el voluntariado de protección civil.

Aunque ¡pásmense amigos! los hay que, como han accedido a su puesto más por obra digital -es decir, por la pura y dura dedocracia- que por mérito y capacidad… ¡van con el argumento de que no hace falta nada para ejercer la profesión!… pues nada: cuando el juez les llame a declarar y, ante alguien con el título oficial peritando sus burradas, vayan con ese argumento a mi me dá que, efectivamente, conseguiran no necesitar nada para ser inhabilitados de por vida.

Pongamos, no obstante, los puntos sobre las íes. ¿Hace falta formación para ser voluntario?. Respuesta: SI. ¿Los voluntarios deben tener, como mínimo, un título de fp para ingresar en una agrupación?. Respuesta: NO. ¿Entonces…? Entonces lo que ha de interpretarse de la Ley es que, en todo el territorio nacional, las Comunidades Autónomas deben establecer, en sus respectivos ámbitos, la OBLIGACIÓN de que cualquier ciudadano el cual desee colaborar altruistamente en protección civil se le proporcione una formación básica (lógicamente gratis) para llevar un escudo en el cual pone «protección civil» y una uniformidad de variopinto color (otro día entraré en la barbaridad de que desaparezca el predominio del color naranja en los trajes). Lógico ¿no?. Además, esta era una reclamación histórica de los voluntarios que se ha tenido en cuenta.

¿Cuál es la ventaja ahora? Además de esta obligación la ley dice más: deberá poder acreditarse en la formación para el empleo. Es decir, que esos cursos deberán realizarse atendiendo a los criterios de las cualificaciones profesionales (INCUAL). Por ejemplo: si he de disponer de un curso de socorrista, este deberá tener el número de horas y los módulos formativos que figuren en la correspondiente cualificación de tal forma que si el voluntario desea cursar un título de FP en el cual se exija este conocimiento podrá, de acuerdo a los trámites administrativos correspondientes, convalidar el curso realizado en la Agrupación por la asignatura correspondiente. Y ahí, queridos amigos voluntarios, no acaban las ventajas que, en próximos blogs, os iré comentando.

Con respecto a los compañeros de profesión: la ley no ha dejado cerrado, de manera expresa, un párrafo donde diga «quien tenga el título oficial y sólo estos, podrá hacer X cosas…» Ni falta que lo haga pues los técnicos de protección civil YA TENEMOS el reconocimiento del sistema educativo y, en breve, como recoge la Ley, la Escuela Nacional de Protección Civil, además de las Comunidades Autónomas que quieran (aunque, salvo alguna grande, será difícil que lo haga alguna dado lo caro y complejo que es el proceso de certificación para un colectivo muy pequeño) iniciarán el proceso de acreditación profesional.

¿Después qué pasará?: pues, de momento, podemos aventurar que, en el desarrollo de la ley, comenzará a tomar cuerpo esta cuestión. Sólo recordar que, antes de la promulgación de este nuevo texto, ya una norma básica hablaba de «técnico competente capacitado en conocimiento de la…» y, recuerdo, que deben volverse a redactar TODAS LAS NORMAS BÁSICAS.

Así que el que quiera seguir mintiéndose a sí mismo con eso de que «yo he sido y soy un fenómeno de la seguridad» por el hecho de pertenecer a un grupo reactivo o por tener algún tipo de título técnico pensando que no tendrá que formarme específicamente o los de la típica reacción grupal de «el equipo vale mucho» y tonterías por el estilo sólo conducirán, en el futuro profesional inmediato, a un callejón sin salida y, lo que es peor, tener que enfrentarse, desde ya, a personas que sí disponen de la CAPACIDAD ACREDITADA MEDIANTE REAL DECRETO para ejercer lo que ellos hacen a saber con qué formación específica. Patético puede ser que esa confrontación, por ejemplo, suceda para dar explicaciones ante un tribunal de justicia… pues el riesgo cero no existe.

Yo siempre digo a mis alumnos de la Universidad de Salamanca, que se preparan para la acreditación profesional, así como a mis alumnos del máster de riesgos naturales de la Universidad de Alicante que cuando hacemos un plan se nos muere gente… pero cuando lo hacemos mal se nos mueren a cientos. ¿De verdad que, en esta disciplina, es admisible ese argumento de negarse a disponer de la formación reglada o negarse a que en las relaciones de puestos sea requisito inexcusable disponer de la formación oficial?… ¡Hombre!, al menos que tengan cursos que puedan ser presentados al proceso de acreditación.

Hay otra cuestión importante en esto y es que la profesión y su doctrina están creciendo y consolidándose. Resistencias a ese proceso imparable de crecimiento del conocimiento no es compatible con esta nueva era del Conocimiento en la cual vivimos ya. Quizás habría que dejar paso a personas preparadas o aprender de ellas y no entrar en controversias absurdas que, si a alguien perjudica, es a quien lo expone a los responsables políticos de su organización.

Yo creo que el argumento de inmovilismo de algunos se debe a sus múltiples miedos. Miedo a evolucionar, mucho miedo a esforzarse y mucho miedo a aprender o, quizás, mucho miedo a regresar al puesto del que nunca debieron salir y al que no quieren regresar porque lo consideran mediocre…

Sólo decirles que, hasta un ordenanza C2, que haga bien su trabajo y, sobre todo, que tenga VOCACIÓN es más importante para la ciudadanía que un técnico que ha trepado a un puesto mediante designación digital. Vocación es la clave y eso se observa enseguida: muchos somos los que entendemos que el voluntariado de protección civil es vital y nos involucramos con él. Intentamos ser aceptados y aprender. Entendemos -los que pertenecemos a la ANEPPCE, al menos- que mal profesional es aquel que nada quiere saber de las personas que integran la agrupación que deben tutelar. Y bueno aquel que se involucra.

Los hay los cuales, desgraciadamente, parece que les entra el soponcio por el mero hecho de mezclar su alta alcurnia en el escalafón municipal con el uniforme naranja de «la mano de obra barata» «de esos pringaos que se creen supermán». La medida, en muchos casos, para saber si profesionalmente uno es bueno en esto es verificar su compromiso con los voluntarios a su cargo y si, como sabemos, el trato es nulo… nula es, sin duda, la profesionalidad de quien eso hace. A estos compañeros sólo les pido que recapaciten pues se pierden, seguramente, lo más especial, más solidario y más bello que van a encontrar en un ayuntamiento.

Miremos la categoría de los voluntarios: sin grupo, ni nivel, ni complementos de destino y, sin embargo, conozco a muchos que pueden llegar a ser unos auténticos profesionales de lo que hacen y para los que habría que inventar un grupo A0 y un nivel 40… tanto como por su calidad humana como por los profundos conocimientos de alguna parte de esta nueva disciplina.

Qué menos que la formación que han recibido se les reconozca.

Buenas noches a todos

Una nueva andadura

Hola a todos

Soy Juan Antonio Iborra Bernal, técnico de protección civil de la ANEPPCE que es la Asociación profesional que agrupa, a nivel nacional, a todos aquellos que nos dedicamos de manera profesional a la gestión de catástrofes. Somos, como decía nuestro buen amigo Fernando Talavera, unos «catastrólogos»; es decir, gentes que queremos aprender de los infortunios del pasado para a través de la gestión técnica en protección civil avanzar en una sociedad más segura y más libre.

Hoy inicio esta andadura y espero poder ofreceros noticias de interés a todos aquellos que compartais, desde el voluntariado o un puesto de la Adminitración, esta vocación por las grandes emergencias. Espero, sinceramente, que os gusten los contenidos.

Un cordial saludo. Buenas noches